COMO BUSCAR EL ALMA CORPORATIVA.
EL TRABAJO COMO CAMINO DE REDESCUBRIMIENTO PERSONAL
Los negocios pueden volver a integrarse
con la personalidad de cada uno. Sólo hay que armarlos a partir de cuerpo,
mente y espíritu. La apuesta no es fácil, pero vale la pena.
En una secuencia del monumental filme
Titanic puede verse al protagonista principal - un inmigrante pintón, joven y
desprejuiciado-divirtiéndose locamente con su acompañante -una aristócrata
que quiere aprender a vivir- en un baile multirracial en la tercera cubierta.
Mientras tanto, en el salón fumador de
primera clase, varios poderosos millonarios como Guggenheim y Astor sorben
licores mientras discurren cómo hacer más dinero. El cliché propuesto es
claro: los ricos lo tienen todo, pero se aburren; los pobres tienen hambre, pero
se divierten.
La asociación entre el tedio y el
mundo de los negocios no es nueva: se considera al ocio como fuente del acto
creativo, y al negocio (neg = no) como el duro e inescapable acto de ganarse los
garbanzos. Lo peor es que tanto empresarios como gerentes creen en semejante
cliché.
El tedio suele campear en las reuniones
internas de multitud de corporaciones; como mucho, pueden escucharse allí
algunas bromas brillantes y algo cínicas, pero nadie está íntimamente
entusiasmado. Se trata de empresas aburridas, anoréxicas, que no poseen ni
proveen nutrimento emocional a sus empleados. Y como el tedio mata al espíritu,
la idea de hacer carrera en los negocios pierde atractivo para los individuos
creativos.
¿Cuándo un negocio es
negocio para todos?
Afortunadamente, se está produciendo
un replanteo que alterará nuestra relación con el trabajo, y por lo tanto,
también el enlace entre empresa y empleado, entre el entrepreneur y su negocio.
Ser serio, decididamente, no significa
ser aburrido. Hacer negocios puede ser divertido. Debe ser divertido. ¿Cómo no
disfrutar de una actividad que a usted, empresario o gerente, le absorbe cuando
menos un tercio de su vida? Esta nueva visión concibe al negocio como un
artefacto de creación de valor, en tres frentes: económico, social y
espiritual.
Alma. En ingeniería
estructural, el alma de una pieza constructiva es su núcleo de estabilidad y
resistencia. En los negocios, el alma (del sánscrito atman, soplo vital) es la
visión, el credo, el propósito profundo de la empresa. El alma es el sentido
del negocio: proveer productos y servicios que satisfagan una necesidad cierta
con una relación beneficio-costo satisfactoria para productor y consumidor,
brindando a los co-creadores una vía para la realización personal.
En un negocio verdadero todos ganan:
los inversores, los consumidores, los bancos, los empleados, el Estado y hasta
los competidores - por ejemplo, en la medida en que se estimule el consumo
genérico-. Si alguien pierde, no se trata de un negocio sino de un negociado:
un acuerdo entre partes que se complotan para obtener ganancias desmedidas en
detrimento de un tercero.
Mente. Un negocio es una
combinación de recursos en el espacio y en el tiempo que tiene el potencial
para producir dinero por encima de sus costos (incluyendo el costo del capital),
en forma sostenible, a lo largo de un horizonte razonable para el inversor. La
mente del negocio es la lógica
de la creación de valor económico que
lo subyace. Es la racionalidad económica detrás del propósito, y aclara qué
se venderá, qué necesidad satisfará, qué se necesitará para producir,
vender, cobrar, competir, etc.
Cuerpo. El cuerpo son los
recursos; lo que podría llamarse el "physical embodiment", esto es,
la corporalidad o estructura del negocio. Hablamos aquí tanto de los recursos
tangibles como intangibles de que dispone una empresa para crear valor.
¿Cómo se arma un negocio
con cuerpo, mente y espíritu?
Juan S. tiene 24 años, estudia
ingeniería de sistemas y se especializa en seguridad informática. Trabaja en
una empresa multinacional de tecnología, formando parte de un grupo de doce
técnicos, dos niveles por debajo del CEO de la corporación en la Argentina.
Trabajando con un gran proveedor de "caños" de fibra óptica para la
transmisión de datos, Juan visualizó la posibilidad de armar negocios
conjuntos, complementando las capacidades de cada empresa. Llamó por su cuenta
al gerente comercial del proveedor, armó con él una reunión, habló el tema
con su jefe y terminó discutiéndolo con el CEO de su propia corporación.
Resultado: el joint-venture está en
marcha.
Ahora bien, ¿se comportó Juan como un
empleado...? Pues... ¿Como un gerente...? Sí, pero... ¿Como un entrepreneur?
Decididamente. En el mejor sentido schumpeteriano,
Juan innovó: armó una combinación no
predecible de factores de la producción preexistentes. Este tipo de
innovación, que no simplemente mejora lo que existe sino que genera algo
radicalmente novedoso, es hoy una exigencia en todos los campos, desde la "hitech"
hasta la industria pesada. La razón es que todas las empresas se encuentran
sujetas a lo que, en la jerga, se llaman "quiebres" (disruptions),
donde las tecnologías se escapan literalmente de las manos y el líder no es
capaz de mantener su liderazgo.
Remedio para emergentes
La única manera de domeñar mercados
emergentes sometidos a quiebres es contar con "Juanes": fuertes en lo
técnico (el cuerpo), con visión de negocio (la mente) y mucho entusiasmo (el
alma; recordemos que la raíz griega de "entusiasmo" significa
"con Dios dentro").
Ahora, ¿cómo se recluta a este tipo
de colaborador? Las empresas aburridas ( sin alma) no pueden.
La nueva generación de profesionales
se siente con derecho a modelar para cada individuo una carrera profesional
creativa, rica, plena y gratificante - y ganando un buen sueldo, por
añadidura-. Los mejores no "agarran" cualquier trabajo; los mejores
eligen. Eligen empresas con alma. Si los empresarios y gerentes no son capaces
de explicitar la vena vital de sus negocios (y la gente de RR.HH. sabe bien que
hacer que la gerencia defina una visión suele ser tan difícil como extraer
aceite del mármol) no podrán reclutar a los más capaces; y la empresa no
podrá sobrevivir al quiebre de sus mercados.
Conclusión: el proceso de
desarrollo de carrera será, de aquí en más, diferente: los jóvenes más
capaces han dejado de creer en la picadora de carne corporativa; buscan trabajos
con sentido, en empresas con sentido.
APUESTA. El trabajo debe dejar su
triste papel de maldición bíblica.
Profesor de Factor Empresarial, Universidad Torcuato di
Tella
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