UN
“EXTRAÑO“ EN LA EMPRESA.
Arraigada
en la cultura empresarial boliviana, el parentesco prevalece en los organigramas
de las empresas y no ser de la familia puede jugar en contra de un o a pesar de
la capacidad. No obstante, ejemplos de empresas exitosas muestran que los
grandes cambios son realizados por gente “de fuera”.
¿Cuántos
profesionales no tuvieron que emigrar de una empresa porque no estaban de
acuerdo con su política interna, pues respondía a un esquema familiar antes
que a una meritocracia? Quizá su propia experiencia (o la de alguien que
conoce) le dé la respuesta.
Una
característica de las empresas en Bolivia es que responden a un esquema de
vínculos consaguíneos, donde la parentela se congrega entorno a la empresa
familiar y, en consecuencia, se otorga prioridad a los familiares por el solo
hecho de serlo. Esto puede tener sus beneficios, pero son más los prejuicios.
Suele
suceder que una primera generación consolida, en base a esfuerzo, una empresa a
la que posteriormente incorpora a sus hijos y éstos a los suyos. En este tipo
de empresas (de primera generación) generalmente los dueños toman todas las
decisiones de importancia. Como resultado, los empleados no adquieren la
experiencia para decidir ni sienten la responsabilidad de hacerlo. De ahí que
cuando los dueños deciden delegar la toma de decisiones, se produzcan fracasos
porque estos empleados no están capacitados para hacerlo.
También
sucede que, aunque estén preparados, no lo hagan por temor a la reacción de
los dueños. “Rehuyen asumir la autoridad temiendo, correctamente, que los
propietarios se sientan agraviados por su atrevimiento”.
De
reojo
Bajo
este esquema la incorporación de un nuevo profesional puede suponer que en
muchas ocasiones estos ejecutivos (los “nuevos”) se perciben –erróneamente-
como una amenaza para los miembros de la familia y no se les da el lugar ni el
reconocimiento que se merecen.
“Lo
bueno de un país muchas veces es lo malo. Lo bueno de Bolivia es que somos muy
aferrados a la familia, somos muy dados a la familia y por eso mismo es que en
las empresas se acepta a la familia, pero eso en las empresas es negativo porque
más que valora la capacidad del profesional se valora el apellido, el
parentesco y ahí es donde pierden las empresas bolivianas”, sostiene José
Becerra, psicóloga organizacional del fondo financiero privado PRODEM.
Suele
ocurrir que los dueños incorporan gente de su misma familia, a quienes juzgan
talentosos o con quienes simpatizan, pero este personal continúa ascendiendo
sobre la base de una lealtad que los propietarios recompensan no echándolos
aunque sean incompetentes.
El
cambio viene de afuera.
Desde
enfrente, Noelia Villazón, sugerente general de la consultora Auditores de
América, sentencia que “definitivamente, para que una empresa logre sus
objetivos, deben reemplazarse prácticas, políticas, paradigmas y sistemas
anticuados en general. No obstante, cuando una empresa hace un cambio total, la
mayoría de las veces interviene
alguien de afuera”.
Sucede
que muchas de las experiencias de empresas exitosas demuestran que las personas
que se incorporan a una empresa “tradicional” y cuya procedencia es otra
empresa (no importa cuán diferente), tienen virtudes que las haces capaces de
innovar y dar soluciones fácilmente, afirma.
“Definitivamente,
las empresas suelen cambiar con la intervención de alguien de afuera que no
esté contagiado con los vicios, costumbre y prácticas del pasado yq ue vea con
ojos nuevos los viejos problemas de la empresa”, asegura.
Cita
como ejemplo el caso de George Fisher, director ejecutivo de Kodak, quien logró
corregir el derrumbe de este gigante y obtuvo ganancias por 452 millones de
dólares sólo en los primeros nueve meses de 1993. Fisher venía de Motorola,
que no es exactamente un negocio de películas. Añade que a Jack Welch, que
transformó a General Electric (GE), lo sacaron del campo de los plásticos.
“Ambas
experiencias enseñan que los que vienen de afuera tienen la capacidad de
identificar las tradiciones y las prácticas operativas ineficaces. Si se piensa
de otra manera, obviamente, el comportamiento también será de otra manera”,
indica la profesional.
Visión
Nueva.
En
un entorno familiar como es característico de las empresas bolivianas , la
llegada de un profesional foráneo supone una forma diferente de ver las cosas.
Este debe considerar que no se necesita ser experto para rediseñar un proceso,
y es mucho mejor hacerlo en equipo; además que no se necesita saber mucho sobre
el proceso existente y que es importante ver las cosas con los ojos del cliente.
Después
de todo, deben descartarse las ideas preconcebidas ya que no es difícil
concebir buenas ideas y realizar los cambios puede ser hasta divertido. “En
suma, es muy útil ‘ser de afuera’”, enfatiza la consultora.
No
obstante, - advierte Villazón- cambiar profundamente una empresa no promete
resultados inmediatos y milagrosos; ningún arreglo es rápido, sencillo e
indoloro. Antes, implica trabajo difícil y penoso.
“Exige
que los que manejan las empresas y los que trabajan en ellas, modifiquen su modo
de pensar más de lo acostumbrado. Se requiere que las empresas cambien sus
viejas prácticas por otras enteramente nuevas y hacer esto no es fácil, no se
logra con discursos motivadores, ni carteles llamativos”, asegura.
Tradiciones
vs. Nuevos.
Para
la ejecutiva de Auditores de América, son totalmente diferentes las formas de
administración que ejecutan los jefes tradicionales por un lado, y las personas
foráneas por otro.
Por
ejemplo, mientras un jefe “tradicional” diseña el trabajo y lo asigna, la
persona que viene de afuera prefiere organizar equipos para que ellos los hagan
por sí mismos.
El
“nuevo” prefiere capacitar y desarrollar las habilidades de sus subalternos
con el propósito de que sean capaces de realizar sus propios procesos
generadores de valor agregado, en tanto que el tradicional pretende hacer todo
el trabajo para que éste “salga bien”.
Otra
característica del jefe de siempre es apropiarse y atribuirse los logros
ajenos. En cambio al recién llegado le enorgullece la labor exitosa de los
demás, para lo que emplea fuertes destrezas interpersonales con que no cuenta
el otro, sostiene Villazón.
A
todo esto se suma el factor, “toma de decisión” cuya responsabilidad asume
completamente el jefe tradicional, mientras que un jefe con óptica nueva, se
limita a transferir decisiones relativas al trabajo a los empleados que los
realizan.
Está
bien para sobrevivir.
Usualmente,
los empleados, por capaces que sean, reconocen el lugar hasta el cual pueden
aspirar llegar en una empresa familiar, y en cuanto pueden emigran a otra
empresa que les brinde posibilidades de crecimiento.
Pero
todo depende de la proyección que tenga la empresa, pues si el propósito es
sólo sobrevivir o vivir bien (tengo mi hotel, hago otro y ahí estamos con la
familia), el esquema familiar funciona; pero si la idea es contar con una cadena
de hoteles o perseguir un proyecto que vaya en bien del desarrollo del país, el
esquema ya no funciona porque en esa situación se requerirá aprovechar todas
las capacidades del profesional foráneo, sin importar su apellido o color,
asevera Becerra.
Es
decir, que cuando la empresa es muy pequeña, probablemente se dé prioridad a
los miembros de la familia. Pero si .la organización tiene éxito, crece y se
expande, lo más frecuente es que el negocio se torne más complejo y necesite
personal con diferentes capacidades gerenciales.
Cómo
realizan cambios la persona “nueva”.
ROMPIENDO
ESQUEMAS.
Los
cambios generalmente vienen de afuera. El profesional externo que se incorpora a
una “vieja” empresa, se aboca a redefinir la orientación del proceso, y
para lograrlo “infringe” reglas preestablecidas. Claro que para ello, debe
poner en marcha su ambición personal y profesional.
Muchas
de las mejoras que implementaron las empresas líderes del mercado como IBM,
Credit, Ford y Kodak, explica Noelia Villazón, no se lograron con un trabajo
encasillado en los límites organizacionales predefinidos o atendiendo labores
estrechamente definidas. Al contrario, se logró ejecutando procesos que
sobrepasaron las fronteras organizacionales, tales como el otorgamiento de
crédito, abastecimiento y el desarrollo de sus productos.
La
ejecutiva de la consultora Auditores de América explica que el rediseñar
procesos ha significado para las que hoy son grandes empresas, romper algunas
viejas o tradicionales reglas, que en el fondo impedían el desarrollo y la
expansión.
“Esquemas
como la especialización, las secuencias ordenadas y los tiempos, fueron
abandonados deliberadamente para dar paso a nuevas prácticas”.
La
ambición de quienes encabezaron los grandes cambios juegan un rol importante
(las pequeñas nejoras no habrían sido suficientes en ninguna de las
situaciones mencionadas). “Ford, por ejemplo, al rediseñar su proceso de
cuentas por pagar, abandonó una mejora del 20 por ciento y buscó la solución
del 80 por ciento”, indica.
“Definitivamente,
para que una empresa logre sus objetivos, deben reemplazarse prácticas,
políticas, paradigmas y sistemas anticuados en general. No obstante, cuando una
empresa hace un cambio total, la mayoría de las veces interviene alguien de
afuera”, concluye.
Sin
embargo, José Becerra, psicólogo organizacional, es escéptico sobre que la
actual cultura empresarial esté cambiando o vaya a cambiar (con la
incorporación de mayor número de profesionales por mérito, por ejemplo). “Creo
que eso todavía se está incubando, no se está dando el cambio. Todavía
estamos aferrados a la familia, al apellido, al colegio, ...¿de qué colegio o
universidad has salido? y realmente son absurdeces, son taras mentales que hacen
que las empresas bolivianas no sean competitivas”, asegura.
Guido Cortez C.
Periódico
NUEVA ECONOMIA (La Paz, Bolivia)
Año
VI, No. 348,
2 al 8 de Octubre de 2000
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